Por mucho tiempo, creía que mis dones eran algo a lo que le debería tener miedo. No por otra cosa, pues en el pasado (probablemente otras vidas), dichos dones no me habían llevado a un buen destino. Pero la realidad es que me sentía enormemente frustrado sin darme cuenta por que, y es que realidad los trabajadores de la luz sufrimos enormemente en la medida que nos alejamos de nuestra misión de vida, el servicio al universo.
Todos tenemos dones, pero los que nos podemos denominar trabajadores de la luz, es por que esos dones nos gritan de una u otra forma para hacer a este mundo un sitio mejor. No por que seamos más o menos que los demás, simplemente por que en nuestra alma esta la misión de hacer algo por los demás, así que nuestra alma sufre y de ahí todo nuestro demás ser, sino estamos alineados a nuestro propósito.
Queramos o no, nuestros dones están ahí, los míos consisten en poder sentir a los demás, saber mucho de su pasado, así como tener algunas visiones del futuro. Cuando no estaba consciente de ellos, mi ego (la parte impulsiva y protectora a través del miedo), me convencía que eran locuras de mi parte, y de que no era seguro confiar en ellos. El recuerdo inconsciente de que usarlos era malo y que iba a salir dañado, estaba totalmente presente.
Pero mi espíritu me seguía susurrando al oido de que me conociera, de que me perdiera el miedo, y sobretodo que me reencontrará con mi divinidad. Sin duda en la medida que lo he hecho, me he descubierto como alguien que vibra en mucha más paz y armonía, sobretodo por que ya no veo como alguien defectuoso sino con alguien virtuoso.
En algún lugar escogimos venir a esta vida a servir, y es parte de nuestro aprendizaje toparnos con ese miedo que nos inhibe, y que aterroriza. Pero nuestro corazón nos dice que podemos ir más allá de estos temores y de que nada pasa. Es una simple ilusión de nuestro ego.
El recuerdo que nuestra capacidad de ser ilimitados, ser uno con Dios, a veces nos duele cuando nos topamos con una realidad dual, llena de positivos y negativos. Pero escogimos estar aquí por voluntad propia, necesitamos recordarlo para evitar marchitarnos, y en lugar de eso florecer haciendo de este planeta un lugar para vivir.
Nuestros dones psíquicos son un regalo de Dios, debemos verlos así, debemos aprender sentir su apoyo para despertarlos, y tenemos que animarnos a descubrir la aventura que estos nos tienen preparados. Pues no creas que por el simple hecho de descubrirlo todo va a ser color de rosa. El camino apenas empezará, puede ser que hayan tropiezos, pero la verdad vale la pena. No hay nada como poder saber quien eres y permitirte desplegar tus alas.
Los seres de luz, estamos hechos para emerger de la oscuridad e iluminar, y aunque hay una parte nuestra que nos atemoriza para hacerlo, nos conviene ser la luz, pues cuando lo recordamos sabemos que nada malo nos puede pasar.
Namasté.